lunes, 5 de diciembre de 2011

Resumen del libro Agrietar el capitalismo

Agrietar el capitalismo

John Holloway (1947) es un escritor Irlandés que no se define ni como sociólogo ni como filósofo, lo que busca es crear teorías que impulsen la necesidad de cambiar aquí y ahora la realidad del capitalismo. Tanto este libro como su anterior “Cambiar el mundo sin tomar el poder” tienen un marcado sentido marxista.
Agrietar el capitalismo es su segundo libro que se compone de 33 tesis. En las primeras tesis propone la idea de romper, de cambiar la visión que se tiene de la realidad, nos empuja a decir ¡basta!, no queremos seguir estériles de mente ni de cuerpo, queremos contraponernos al sistema que nos lidera y que no hace más que cegarnos para que sigamos cumpliendo sus intereses. Pero no nos deja ahí, nos incita a buscar otros caminos, caminos alternativos, vías posibles que podemos tomar para hacer otra cosa diferente de la que hacemos cotidianamente bajo la rutina del capitalismo.
Nos pasea por los diversos cambios que ha suscitado esta doctrina para poder conformar el gran sistema en que se ha convertido, por ejemplo, el desarraigo del hombre del campo a la ciudad, la influencia que ha tenido sobre el dimorfismo sexual (machismo), la importancia que ha establecido sobre el tiempo en la sociedad moderna, la instrumentalización de la relación entre las personas, la transformación de éstas en objetos (reificación) en medios para un único fin que fue y sigue siendo el dinero, entre otros. No obstante muestra algunas realidades que van en contra de la lógica capitalista y que nos hace tener esperanza, citando un suceso que marcó un hito en la historia de la raza negra en EE.UU, como es el caso de Rose Parks, la mujer negra que al subir en un autobús no se sentó donde debía sino que se sentó donde quiso. Es este un hecho interesante de conocer porque nos hace pensar que es posible hacer grietas al gran monstruo del capitalismo, sólo tenemos que hacer lo que deseamos, lo que nos satisface y no lo que la norma (muchas veces sin sentido) nos impone. Explica que cualquier acto diferente de “ir-en-contra-y-más-allá” es válido, no importa si perteneces a algún movimiento, sindicato, partido político o simplemente te sientas en un parque a leer un libro que te gusta saliendo de tu rutina diaria, o si ayudas en tu tiempo libre a las personas enfermas, o si haces teatro en la calle, o vas a manifestaciones, lo importante es la “acción” no el “qué”, sino el hecho de hacer, de dejar de lado las obligaciones y realizar lo que realmente nos gusta, nos anima, nos inspira, es quebrar con lo convencional para hacer lo que queremos. El objetivo principal de estos actos de rebeldía es rescatar nuestra dignidad la esencia del ser humano, sentirnos libres, dejar de sentirnos relegados, maquinizados, alienados, deshumanizados.
Entre tanto habla sobre el tema principal que piensa es la raíz de todos nuestros males, la teoría de Marx de la separación inevitable del “trabajo abstracto” (alienado) y el “hacer útil o concreto” (hacer lo que deseamos), remarca que es menester entender y hacer esa escisión para poder crear un cambio correcto, un hacer diferente a las obligaciones que nos empuja el capital. Repite esta idea porque afirma que los teóricos de la tradición marxista no han entendido o no han querido ver la trascendencia que existe en la separación de estos dos conceptos. Así mismo explica el fallo de algunas teorías (comunistas, leninistas, etc) que no han tenido fruto en su lucha contra el capitalismo, por este motivo recalca que lo importante no es atacar al poder desde arriba, sino que empezar a debilitar el tejido gelatinoso desde los intersticios más bajos, que seamos conscientes de que es el propio ritmo del capital quien se destruye poco a poco, es él quien cava su propia tumba y nosotros sólo intensificamos esa crisis, profundizamos más el agujero. 

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